Día 34 - 40 Días de Oración

La declaración de Pablo nos lleva a preguntarnos: “¿Qué significa la ley de Cristo?”. Las Escrituras nos invitan a explorar esta pregunta, ya que Pablo no explica claramente sus pensamientos y hay muchos versículos que podemos considerar. Tal vez las mejores opciones sean las propias palabras de Jesús, como: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado” (Juan 13:34); “Tomen su cruz y síganme” (Mateo 16:24); y, por último, “No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Juan 15:13).

Estos versículos nos llevan a comprender que la ley de Cristo no se refiere a la interpretación que Jesús hizo de las leyes del Antiguo Testamento, sino cómo vivió su propia vida. La idea del amor de Jesús abarca el apoyo mutuo y el sacrificio personal. Describe perfectamente su vida: vivir de manera intencional para buscar el bienestar de los demás, a pesar de las circunstancias, incluso a costa de sacrificarse a sí mismo.

Jesús brinda a la humanidad la oportunidad de restaurar su imagen original de “imagen de Dios”, liberándonos de nuestra naturaleza caída, como resultado de ello.

Si la Iglesia tiene la responsabilidad de imitar la vida de Cristo a las naciones, ¿cuánto más debemos imitar a Cristo al Cuerpo de la iglesia? ¿Cómo podemos reflejar mejor la vida y la misión de Cristo a nuestra familia eclesial que soportando las cargas de los demás, incluso si esas cargas son el pecado? Al encarnar a Cristo, representamos Su carga y su amor sacrificial, la paciencia de nuestro Padre Celestial y la obra restauradora vital del Espíritu Santo en nosotros.