Día 20 - 40 Días de Oración

A cada uno de nosotros ha sido confiado por Dios el ministerio de la reconciliación. En este contexto, la reconciliación tiene que ver con la búsqueda de la paz entre partes en conflicto. Como seguidores de Jesús, tenemos la gran y sagrada responsabilidad de ayudar a otros a encontrar la paz con Dios. Cristo hizo posible esa paz mediante su sacrificio en la Cruz. Él ha cumplido su parte, y ahora nos toca a nosotros continuar con la nuestra.

Cada persona que ves es candidata a la reconciliación. No consideramos a nadie indigno de la misericordia de Dios ni desde un “punto del mundo” (2 Cor.5:16). Es fácil ver a la humanidad desde una perspectiva mundana, pero debemos verla desde el punto de vista del cielo.

Recientemente, un familiar compartió conmigo acerca de sus vecinos. Entre ellos se encontraba una madre soltera luchando por ganarse la vida, una pareja joven que había acogido al padre de la esposa, un joven entusiasmado por graduarse de la escuela secundaria y construir su futuro, y muchos otros. Mientras describía las situaciones de vida de estas personas, su mayor preocupación era que conocieran a Jesús. Hablamos de cómo esa preocupación podía traducirse en algo intencional. La mayoría de estas personas no asistían a la iglesia y era poco probable que lo hicieran en el futuro.

Le pregunté: “¿Y si tu salón se convirtiera en su iglesia?”. Estuvimos de acuerdo en que era una gran opción para el ministerio de reconciliación que se nos había encomendado. Este es el ministerio que cada uno de nosotros está llamado a hacer. ¡Adelante!