Día 33 - 40 Días de Oración

ESFORZÁNDOSE POR HACER EL BIEN A LOS DEMÁS

GÉNESIS 50:20

Durante mi infancia, no tenía una buena relación con uno de mis hermanos, quien era siete años mayor que yo. Era alguien que gritaba mucho y a menudo me pegaba. Me impedía disfrutar momentos divertidos. Sentí un alivio cuando se fue al entrenamiento básico del ejército. Sin embargo, mi celebración duró poco, ya que él era reservista y tuvo que regresar a casa al cabo de unos meses.

A medida que crecí, decidí tomar clases de boxeo, ya que mi hermano era boxeador, con la esperanza de poder darle algún día un poco de su propia medicina. Pero a medida que pasaron los años y deje el hogar, mi antiguo contrincante se volvió más amoroso y atento conmigo. Incluso hizo varios viajes para visitarme, lo cual no era un viaje barato ni corto. No recuerdo exactamente cuándo se calmó mi ira hacia él, pero sí sé que ocurrió.

Las personas más cercanas a nosotros pueden causarnos heridas profundas y los desengaños duraderos. A menudo, su comportamiento hacia nosotros es producto de sus propios quebrantos, inseguridades o celos. Dios utilizó mi relación con mi hermano para enseñarme a perdonar y ser testigo de la redención. ¿Es posible que Dios convierta en algo bueno las ofensas, heridas o el mal que alguien cercano nos haya hecho?

No Comments


Recent

Archive

Categories

Tags