Día 2 - 40 Días de Oración

ARRODILLARSE EN SEÑAL DE RENDICIÓN 

ROMANOS 12:1-2 

En los últimos años, he luchado con Dios por el control de mi vida. En un período de crisis, Su Espíritu me mostró que mi deseo de control estaba arraigado en una falta de confianza. ¿Realmente creía que Dios era quien decía ser y que podía hacer lo que decía que haría? Cuando el mundo me decía y me mostraba que nadie era digno de confianza, ¿creía yo que podía confiar en que Dios no me decepcionará? ¿Creía que los planes de Dios son para bien? Le supliqué que ayudara mi incredulidad.

A medida que avanzaba, me frustraba seguir luchando por retomar el control. Mientras hablaba (gritaba) con Dios sobre esto, Su Espíritu habló dentro de mí: “Maná para hoy”. “No”, le dije, “hazlo ahora. Tú puedes hacer que esta lucha y esta batalla desaparezcan”. Pero yo sabía que Su camino era el mejor, que entregando diariamente mi control a Él y sometiéndome a Su voluntad, comenzaría cada día en una postura de humildad, sabiendo que no podía hacer nada de esto por mí misma. Si Él hiciera que yo pudiera hacerlo fácilmente, olvidaría que es Él quien lo está haciendo en mí.

Así que empiezo cada día pidiéndole a Dios que me use como Él quiera, de la manera que le dé más gloria. Le pido que siga Sus deseos y no los míos, y que recuerde que Él es Dios y yo no. 

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